*Desde Lo mas Profundo de mi Ser*

Me es tan díficil pensar,
cada momento en ti.
Que no puedo acostumbrarme
a tu ausencia en mi vida.
Me duele tanto...
el darme cuenta que te soy
tan indiferente...
¿Por qué, ni no lo soy para
la gente, por qué lo soy para ti?..
Dimelo.
Acaso, no lo sabes?....
Entonces, ¿por qué esa apatía?.
¿Por qué esos reproches?...
No seas injusta. ¡Contéstame!....
No ves acaso,
que mis lágrimas,
ya no son de agua,
sino de sangre.
¿No ves que me salen
desde lo más profundo
de mi corazon?.
Mira que mi tristeza,
ha opacado mi mirada, mi sonrisa...
Me da tristeza, de repente,
saber que tú... ya no me quieres.
Que mi presencia o mi ausencia,
ya te da lo mismo.
No sé si pensar, que lo tuyo,
es solo orgullo o egoísmo.
Yo necesito que te acerques a mi,
¡No sabes cuánto te necesito !...
Mírame, siquiera...
y hazme sentir que aún vibro,
que aún sienta que estoy vivo...
¿Me querrás?... -Me pregunto.
No lo sé, ni quisiera saberlo.
Ya da lo mismo.
Ha pasado tanto tiempo, y tú..
ni un ¡Hola! ¿cómo estás?--
¿qué tal el día de hoy?...
ni siquiera eso.
Me pregunto también,
¿qué pensarás de mí?...
Si lo nuestro no pudo ser, pues...
¿por qué no intentar de nuevo?..
Porque yo al silencio le pregunto,
y no me contesta.
Le pregunto al viento, lo mismo,
y nada...
Le pregunto a las aves,
y lo pasan por alto.
¡No quisiera pensar que sientes
apatía por mi !..
Si mi vida la llenaste de tu amor
limpio, puro.... mágico,
lo llenaste de bellos detalles..
Y, aunque ya no te tengo...
aún así.. de bellos recuerdos
Te quiero mi amor..
No dejes que mis ilusiones se vayan.
o se alejen de mi mente.
Vuelve mi amor..
y ven llena con tu presencia
todo mi amor propio.
No dejes que la tristeza
empañe nuestras vidas, ¡nunca!.
Ven mi amor...
y espanta toda esta soledad,
que no me deja, ni a sol ni a sombra...
Mira que todo esto nace...
Desde lo más profundo de mi ser...........

Ramiro Hermosillo D.

"Hansel y Gretel".

Cerca de un gran bosque vivía un leñador con su mujer y sus dos hijos. El niño era Hansel y la niña Gretel.
Un día los niños acompañaron a su padre al bosque y, sin darse cuenta, se alejaron de él, y acabaron perdiéndose.
Sin tener nada que comer y muertos de hambre, anduvieron toda la noche desesperados, pensando que nunca lograrían salir del bosque.
Al salir el sol vieron un pajarillo blanco volando sobre ellos. Los dos niños lo siguieron y se encontraron ante una hermosa casita blanca.
Sin embargo su sorpresa fue mayor cuando se dieron cuenta de que la casita estaba hecha de pan.
El techo era de pastel y las ventanas, de azúcar transparente.
Felices, Hansel y Gretel, comenzaron a comer vorazmente, desprendiendo trocitos de las paredes y del tejado.
Ya casi estaban hartos cuando apareció en la puerta una viejecita
Los niños se asustaron al principio pero los tranquilizó:
--No os haré ningún daño, queridos niños. Entremos...
Pero la vieja era, en realidad, una malvada bruja que atraía a los niños hasta el centro del bosque para comérselos.
Por eso, cuando Hansel y Gretel hubieron entrado en la casa, la vieja agarró al primero con mano huesuda y lo encerró en una jaula.
La niña, asustada, se puso a gritar y llorar, pero la bruja, sin hacer caso de sus lamentos, le dijo:
--Prepara algo sabroso para que coma tu hermano. Cuando esté bien gordo, lo asaré y me lo comeré.
Así pasaron algunos días. Todas las mañanas, la bruja iba a la jaula y gritaba:
--Hansel, enséñame un dedo para que vea si ya estás bastante gordo.
Hansel sacaba un huesecillo de pollo y la vieja, cuya vista era débil, creía que se trataba del dedo del muchacho, que seguía estando flaco.
Por fin, al cabo de cuatro semanas, la vieja, harta de esperar inútilmente, llamó a Gretel y le dijo:
--Gretel, prepara el horno. Delgado o gordo, me voy a comer a tu hermano ahora.
La niña se echó a llorar, rogando a la bruja que no se comiera a su hermano. Pero de nada sirvió.
Sin embargo, alir a encender el fuego, a Gretel se le ocurrió una idea. Llamó a la bruja y cuando acudió le dijo:
--No se cómo se enciende el horno. Enséñame tú.
La bruja, irritada, metió la cabeza en la boca del horno para encenderlo.
En ese momento, la niña la empujó con toda su fuerza, y la encerró.
--¡Sácame de aquí! -gritaba la vieja mientras Gretel iba a liberar a su hermano.
Luego recorrieron la casa de la bruja y encontraron un arcón lleno de oro y piedras preciosas.
Los niños se llenaron los bolsillos, y, ayudados por los animalillos del bosque, regresaron a su casa.
Los padres lloraron de alegría al verles y vivieron siempre felices.


Hermanos Grimm.

"Aunque la Mona se vista de seda".

Es bien conocida la tendencia de los monos a imitar a las personas, repitiendo gestos y caras que ven hacer a los seres humanos.
Había una vez una mona muy presumida, que siempre estaba contemplando a la gente e intentando parecerse a las personas para distinguirse de los demás animales.
Un día, la mona presumida logró colarse en las habitaciones de una gran dama. Por todas partes había ricas vestiduras, sedas, joyas...
La mona empezó a revolverlo todo y a probarse las prendas más llamativas y los sombreros más extravagantes, contoneándose delante del espejo como en alguna ocasión había visto hacer a las señoras.
Por sin eligió un vistoso vestido de seda, un sombreo y las joyas más grandes que pudo encontrar, y así engalanada salió a pavonearse ante los demás animales.
"Seguro que me toman por una gran señora", pensaba la mona llena de vanidad.
Pero todos los animales la reconocían al instante a pensar de su lujosa indumentaria, y la saludaban diciendo burlonamente:
--Buenas tardes, señora mona, ¿a dónde va tan elegante y enjoyada?
La mona acabó notando el tono de burla y dijo enfadada:
--¡Vais a ver, hatajo de estúpidos envidiosos! ¡Soy una gran dama y lo voy a demostrar!
Y ni corta ni perezosa volvió a la ciudad y se coló en una fiesta, pensando que tan engalanada como iba nadie se daría cuenta de que era una mona y no una señora.
Pero, naturalmente, en cuanto entró todo el mundo empezó a reírse.
--¡Qué ridícula está la mona vestida de esa manera! -decían unos.
--Con esa ropa lujosa y esas joyas, todavía se nota más lo fea y peluda que es -decían otros.
La mona salió corriendo de allí avergonzada, dejó el vestido de seda y las joyas y nunca más pretendió ser una dama, pensando que, después de todo, no estaban tan mal ser una mona.
Cuento Anónimo.
MORALEJA:
Por más que uno intente aparentar que es distinto de como en realidad es, lo importante es la verdadera naturaleza de cada cual y no las apariencias. Como dice el refrán: "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda".
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"El Caballo de Troya".

Habían transcurrido casi diez años desde que los griegos comenzaron sus ataques contra Troya.
La ciudad fortificada resistía indefinidamente sin que los dioses se decidieran a dar la victoria definitiva a uno de los ejércitos.
Héctor, el mayor héroe troyano, había muerto ya a manos del gran guerrero Aquiles, su mortal enemigo.
Y también éste murió a causa de un dardo envenenado. Pero la guerra parecía que no iba a tener fin.
Los dos ejércitos, cansados y desprovistos de sus dos famosos héroes, seguían combatiendo.
Un día, Ulises concibió un extraño plan: se construiría un enorme caballo de madera y en su interior se esconderían los mejores guerreros griegos.
Según el plan de Ulises, las naves griegas debían fingir que se retiraban, poniendo rumbo al horizonte.
Puede suponerse el júbilo de los troyanos cuando vieron zarpar las embarcaciones griegas, después de tantos años de encarnizados e interminables combates.
Tal era su alegría que abrieron las puertas de la inexpugnable ciudad y recorrieron el campo de batalla entre bailes, cantos y gritos.
Dieron entonces con el monstruo de madera que los griegos habían abandonado.
Pensaron que se trataba de una ofrenda de sus enemigos a la diosa Atenea, que les había protegido hasta entonces, por lo que decidieron entrarlo a la ciudad, con grandes esfuerzos.
Dentro del caballo, Ulises y sus guerreros, que tantos años habían intentado traspasar las murallas de Troya sin conseguirlo, notaban cómo sus propios enemigos les arrastraban ahora al interior de la ciudad.
Por la noche abandonaron su escondite, mataron a los centinelas y abrieron jubilosos las puertas de la ciudad.
Mientras tanto, las naves griegas, que habían puesto de nuevo rumbo a Troya en cuanto se puso el sol, llegaron a la playa.
Así fue como todo el ejército cayó sobre los troyanos. Los griegos saquearon la ciudad y, después de recogidas las riquezas que allí se guardaban, la prendieron fuego, volviendo después a Grecia a bordo de sus naves.
Pero, Poseidón, el dios del mar, irritado con Ulises, hizo que la nave del prudente griego se perdiera en el océano tardando largos años en regresar a su patria.


Homero.

"La Máquina de Contar Cuentos".

A Sita y Carlos no les importaba quedarse solos en casas por la noche cuando sus padres salía, pues tenía un robot programado para contar cuentos.
Rob, que así se llamaba el robot, sabía miles y miles de cuentos y leyendas, antiguos y modernos; no había más que pedirle:
--Rob, cuéntame el cuento de Caperucita Roja.
Y el robot empezaba:
--Érase una vez una niña que siempre llevaba una capucha roja a la que por eso le llamaban....
Aquella noche, Rob estaba contándoles a Sita el cuento de Blancanieves, cuando de pronto empezó a tartamudear:
--Los.. los... ena... ena... ena... nitos...
--¿Qué te pasa, Rob? -preguntó Sita extrañada
--¡Nunca te había oído hablar de esta manera!.
La niña llamó a su hermano que acudió para ver qué pasaba.
El robot se había ido a un rincón y parecía afligido.
--¿Qué pasa, Rob? -preguntó Carlos-
--¿Tienes alguna avería?, ¿Te duele algún circuito?, ¿Se te ha indigestado el aceite lubricante?
--Mi no poder hablar bien - contestó Rob-. Algo fallar en aparto lenguaje...
--¡Habla como un indio! -exclamó Sita.
--Pues es verdad -dijo Carlos ¿Nos vas a contar una historia de pieles rojas? A mi me encantan..
--No ser cuento -dijo Rob -. Algo fallar... Mi no poder hablar bien...
--Bueno, pues ya que hablas como un indio, ¿por qué no jugamos a los indios? -propuso Sita.
--¡Buena idea! -exclamó Carlos - ¿Qué te parece, gran jefe Rob Lengualarga?
--Mi gustar idea -contestó el robot -. Mi querer jugar a los indios.
Y el robot contador de cuentos se puso unas plumas de indio y, a falta de una escoba que hiciera de caballo, se subió a una aspiradora y se puso a jugar con los niños.
Al día siguiente le repararon el aparato de lenguaje y volvió a hablar bien, pero desde entonces no se limitó a contar cuentos, pues había descubierto que todos se divertían mucho más jugando.
Y así Rob se convirtió en una máquina de jugar.
Ahora ya no se limitaba a contar cuentos por la noche: Bastaba con que los niños se lo pidieran para que cabalgara como un caballo, trepara a los árboles como un mono o caminara sobre sus manos como un acróbata.
A partir de entonces, los niños se divirtieron aún más que antes.
Cuento Anónimo.

"El Enanito Curioso".

La hija del rey estaba enferma, y su madrina había dicho que sólo se curaría si comía una rica manzana procedente del huerto de tres hermanos huérfanos.
El rey prometió la mano de su hija a quien lograra salvarla, y tres hermanos que tenían un hermoso manzano en su huerto se enteraron de la noticia.
--¿Por qué no probamos? -dijo el hermano menor-. Nosotros somos huérfanos y tenemos un manzano.
--Yo iré -dijo el hermano mayor.
Tomó las más hermosas manzanas del árbol, las metió en una cesta y se dirigió al palacio del rey.
Por el camino se encontró con un enano que le preguntó:
--¡Qué llevas en esa cesta, muchacho?
--¡Patas de rana ! -contestó el joven de mal humor.
--Que sea como tú dices -dijo el enano.
Cuando el hermano mayor llegó a palacio y abrió la cesta ante el rey y la princesa, de su interior saltó un montón de ranas dando brincos.
--¡Echad de aquí a este insolente! -ordenó el rey, y los guardias sacaron a empujones al muchacho.
Unos días después decidió probar suerte el segundo hermano.
Como el mayor, se encontró con el enano, que le preguntó:
--¿Qué llevas en esa cesta, muchacho?
--Ratones -contestó el segundo hermano.
--Que sea como tú dices -dijo entonces el enanito.
Cuando el muchacho abrió su cesta ante el rey y la princesa, salieron de ella varios ratones, que empezaron a corretear por todas partes.
Naturalmente, el segundo hermano fue echado de palacio sin contemplaciones.
Aunque sólo quedaba una manzana en el árbol, el hermano menor decidió probar suerte.
La tomó, la metió en una cesta y se dirigió hacia palacio.
--¿Qué llevas en esa cesta, muchacho? -le preguntó el mismo enano a él también.
--Una manzana con la que espero curar a la princesa -contestó muy gentil el joven.
--Que sea como tú dices -dijo el enano.
El hermano menor se presentó ante el rey, que le advirtió severamente.
--Si intentas burlarte de nosotros, como tus hermanos, serás castigado severamente.
--Sólo pretendo ofrecer esta manzana a la princesa -dijo el muchacho sacándola de la cesta.
La princesa probó la manzana e inmediatamente se puso a dar saltos de alegría, completamente curada.
El hermano menor se casó con ella y vivieron felices muchos años.

Hermanos Grimm.

"El Principito".

El principito es un famoso cuento en el que un aviador que ha tenido una avería en el desierto se encuentra con una niño que vive en un pequeño planeta. El principito le pregunta si los corderos se comen los arbustos, y el aviador le contesta que sí...
A partir de aquí lo que sigue es la versión original de Saint-Exupéry, tal como la escribió el autor después de un terrible accidente de aviación en el desierto, y por lo tanto está contada en primera persona por el aviador, que obviamente es un personaje basado en el propio autor....
Entonces -dijo el principito -, ¿los corderos también se comen los baobabs?
Le hice notar al principito que los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como iglesias, y que aunque llevara a su planeta todo un rebaño de elefantes no serían suficientes para comerse un solo baobab.
La idea del rebaño de elefantes hizo reír al principito.
--Habría que ponerlos unos sobre otros... -Y luego añadió--:
Antes de crecer, los baobabs son muy pequeños.
-Cierto -dije-, pero ¿por qué quieres que los corderos se coman a los pequeños baobabs?
En su planeta, me explicó el principito, había como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Y, por tanto, semillas buenas de unas y semillas malas de otras.
Pero las semillas son invisibles, duermen en el secreto de la tierra, hasta que un día una tiene la ocurrencia de despertarse.
Entonces se estira y crece hacia el sol una encantadora ramita inofensiva.
Si se trata de una ramita de rábano o rosal, se la puede dejar crecer.
Pero si es una hierba mala, hay que arrancarla enseguida.
En el planeta del principito había semillas terribles, semillas de baobab.
El suelo del planeta estaba lleno de ella. Y así un baobab se se arranca en cuanto aparece, luego no hay manera de deshacerse de él.
Invade todo el planeta y lo perfora con sus raíces.
Y si el planeta es muy pequeño y los baobabs son muy numerosos, lo hacen estallar.
--Es una cuestión de disciplina -decía el principito.
Cuando por la mañana termina uno de hacer su aseo personal, hay que hacer también el aseo del planeta.
Hay que arrancar los baobabs en cuanto se los distingue de los rosales, a los que se parecen mucho cuando son pequeños.
Es un trabajo fastidioso pero muy fácil.

Antoine de Saint-Exupéry.